"El problema en España es que simplemente se está siguiendo el mismo camino que Grecia, es decir, insistir en la austeridad, para hacer recortes, para sacar adelante las reformas estructurales, y eso sólo generará un crecimiento lo suficientemente fuerte para poner la economía de nuevo en marcha a lo largo del tiempo ", explicó.
Sin embargo, desde su punto de vista y dados los acontecimientos, esta receta ya se ha probado errónea, especialmente sin acudir en busca de ayuda externa.
"Esto no funcionó en Grecia. No ha funcionado en Irlanda o Portugal. Y no va a obtener resultados en España ", añadió. Según Lynn, el razonamiento es muy sencillo. El principal problema es que las medidas de austeridad destruyen la capacidad de estabilizar los niveles de deuda y de paso también afectan a la moneda única.
Este experto fue claro al señalar que las reformas estructurales "son muy difíciles de implantar" de forma eficaz "cuando la economía se está contrayendo", dijo. De hecho, aclaró que, en realidad, "es bastante difícil de sacar adelante reformas de este tipo incluso cuando la economía está creciendo un 3 por ciento al año".
¿Es la inflación una solución?
Por otro lado, la CNBC citó a Patrick Armstrong, socio directivo de Armstrong Investment Managers, a la hora de plantear otra solución para nuestro país: una reestructuración a través de la inflación.Esta sofisticada fórmula implicaría una solución orientada monetariamente, es decir, a través de la creación de políticas monetarias muy laxas, algo que fomentaría la inflación e incrementaría el crecimiento nominal". En este sentido, Armstrong matizó que si bien esta solución no induciría a un crecimiento económico real, ayudaría a España a gestionar los ratios de deuda respecto al PIB mientras se fomenta una caída del euro.
Para Armstrong, otros países como EEUU y Reino Unido están jugando con esta estrategia para rebajar el valor de sus respectivas monedas y ser más competitivos, de ahí que "es necesario que el Banco Central Europeo se suba a bordo de este barco y comience a jugar el mismo juego"
elEconomista/ Nueva York
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