¿Qué puede destruir realmente la Eurozona? Los cacareados desequilibrios  entre países son importantes, pero no son suficiente a corto plazo. Lo que puede  acabar con la Eurozona es un pánico bancario generalizado y que miles de  personas saquen su dinero de la banca de sus países, y hay que evitarlo.
Al menos esa es la teoría de Wolfgang Münchau, columnista del Financial  Times, que da tres razones para descartar la economía real como detonante de  una ruptura del euro. Primero, la brecha de competitividad no es tan grande como  se dice, ya que al comienzo de la moneda única Alemania entró con un tipo de  cambio sobrevaluado, por lo que se ha exagerado el ajuste de la última década.  
Segundo, los desequilibrios entre los países con déficit y los países con  superávit se están corrigiendo, si bien lentamente, aunque Münchau asegura que  el BCE debería elevar su objetivo de inflación para que el proceso siga  adelante. Por último, la falta de competitividad puede implicar miseria, pero no  tiene que provocar una ruptura de la Eurozona.
Un pánico bancario
Ante esta situación, cree que un pánico bancario generalizado en varios  países podría colapsar la Eurozona. Hace tiempo que en Grecia está ocurriendo,  pero ahora las miradas también se dirigen a Italia y a España, como ha recordado  hoy en la CNBC el famoso analista Jim Cramer. 
¿Cuál es el problema para evitar esto? Un estado soberano tiene instrumentos  para controlar esta situación: garantías de depósitos, restricciones a la  retirada de efectivo y operaciones de liquidez de emergencia, como se pudo observar  con la caída de Northern Rock en Reino Unido al inicio de la crisis. El  problema es que la Eurozona no es un estado.
Münchau asegura que una retirada masiva de dinero de un banco en problemas es  perfectamente racional, y en el caso de Grecia, ante el riesgo real de abandono  del euro, es perfectamente racional sacar el dinero del país. Mervyn King,  actual gobernador del Banco de Inglaterra, aseguró que aunque puede no ser  racional iniciar un pánico bancario, es racional participar en él una vez  empezado. 
Siguiendo con Grecia, en el caso de que abandone la Eurozona, será  prácticamente seguro que imponga controles de capital y alguna clase de  corralito. Pero teniendo en cuenta que actualmente el coste de transferir  los ahorros de Atenas a Francfort es mínimo, esto supone un seguro muy barato  ante un evento (salida del euro) potencialmente catastrófico, y es lógico que  los ahorradores griegos se protejan. 
¿Hay que sacar el dinero de Bankia?
Münchau dirige sus miradas a España y a Bankia y se pone en la piel de un  cliente de la entidad. Este hipotético cliente debe hacerse las siguientes  preguntas: ¿es claro el balance del banco? ¿Es creíble el Fondo de Garantía de  Depósitos? ¿Es ahora más seguro una vez nacionalizado?
"Mi respuesta sería no, no, y no", defiende el columnista. Sin ayuda de  Europa, España se  enfrenta al mismo problema de Irlanda: el Estado está demasiado débil como  para dar suficientes garantías a su sector bancario. De momento no hay  salidas masivas de depósitos, pero "quizá sería racional" participar en una en  el banco, según Munchau.
¿Y cómo evitar esto? Lo que hace tan letal el pánico bancario en la Eurozona  es el marco legal. La UE consagra la libertad de movimientos de trabajadores,  bienes, servicios y capitales. Este último punto impide que se impongan  restricciones entre miembros de la Unión, por lo que se pueden imponer controles  a los capitales en dirección a Suiza, pero no a Alemania, por ejemplo. 
Ante esto, la única solución que podría eliminar la amenaza de un pánico  bancario en la Eurozona sería un fondo de garantía de depósitos y un esquema  para la disolución de bancos en problemas para todos los países de la  Eurozona. 
En suma, todos los bancos de la Eurozona deberían dejar de estar bajo el  control de sus propios países, que el BCE se convirtiera en el auténtico  regulador y supervisor de la banca europea. Con ello, no se resolverían todos  los problemas de la Eurozona, concluye Münchau, pero al menos se podría frenar  la dinámica que podría destruirla pronto.
R. L. / elEconomista.es
21/05/2012 

 
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