La ola de ventas que ha sacudido los mercados emergentes muestra signos de propagación.
La raíz de la ansiedad de los inversionistas está en la economía de China, que en 2015 va camino de crecer a su ritmo anual más pausado en seis años. Otra gran preocupación se centra en las consecuencias de un aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, que funcionarios de la Reserva Federal dicen que probablemente se producirá a finales de año.
La desaceleración de China, el mayor importador mundial de muchos commodities, ha golpeado los precios de las materias primas y afectado el comercio mundial, dos factores que ponen bajo tensión a otras naciones en desarrollo.
A pesar de que los problemas en China repercutieron en todo el mundo en el tercer trimestre, muchos gestores de fondos confían en que EE.UU. y otros países desarrollados resistirán los vientos en contra y saldrán relativamente ilesos. Sin embargo, el deterioro de las perspectivas de crecimiento mundial pone esa tesis en duda.
El derrumbe de las acciones de la firma de minería y corretaje de materias primasGlencore PLC y un aumento en las tasas de incumplimiento corporativo en todo el mundo podrían augurar la llegada de una nueva etapa en una crisis que ha sacudido los mercados financieros desde mediados de este año, advierten inversionistas.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, dijo el miércoles que el organismo volverá a rebajar su estimación del crecimiento global.
“Nuestro foco está ahora en China y los mercados emergentes como la mayor fuente de riesgo para la economía estadounidense y los mercados globales”, dice David Spika, estratega de inversión global de GuideStone Capital, que supervisa US$10.700 millones en activos. “Si observáramos una hemorragia hacia la economía de EE.UU.”, la desaceleración de los mercados emergentes sería la causa, agrega.
Los inversionistas globales retiraron US$40.000 millones de las acciones y bonos de mercados emergentes en el tercer trimestre, según estimaciones del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), la mayor salida de capitales desde el cuarto trimestre de 2008, durante el apogeo de la crisis financiera.
El MSCI Emerging Markets Index acumuló una caída de 20% en el tercer trimestre hasta el martes, su peor desempeño trimestral desde el tercer trimestre de 2011.
El MSCI World Index, que sigue las acciones de los países desarrollados, cayó 9,3% en igual período. El Promedio Industrial Dow Jones descendió 7,6% en el trimestre hasta el martes. El J.P. Morgan GBI-EM Global Diversified Index, un punto de referencia para los bonos de los mercados emergentes en monedas locales, registró un retorno negativo de 12% en los últimos tres meses, el peor trimestre desde su lanzamiento en 2003.
“Atravesamos un período en el que el consenso sobre las perspectivas de crecimiento en los mercados emergentes era excesivamente optimista”, dice Neil Shearing, economista jefe de mercados emergentes de Capital Economics.
Para Shearing, el ánimo de los inversionistas se ha vuelto demasiado negativo porque los gestores de fondos están agrupando países emergentes relativamente saludables, como México y Polonia, con economías más problemáticas, como Brasil y Turquía.
Es poco probable que se produzca una crisis como la asiática de fines de los años 90, dicen muchos economistas, debido a la amplia adopción de políticas de flotación libre de las monedas y la acumulación de grandes reservas de divisas.
China recurrió a sus reservas en moneda dura para frenar la caída del yuan, cuya devaluación del 11 de agosto provocó un brote de turbulencias en los mercados. El yuan ha recuperado desde entonces más de la mitad de sus pérdidas frente al dólar, algo que algunos analistas dicen que evitará que la ola de ventas en los mercados emergentes se profundice significativamente en el corto plazo.
El daño, sin embargo, ya es considerable. Si bien una moneda más débil tiende a impulsar la competitividad del sector exportador de un país, también encarece el pago de la deuda en dólares y alimenta la inflación, lo que reduce el poder adquisitivo de los consumidores de estos países. Entre las divisas de peor desempeño en el trimestre —hasta el martes— figura el real, que cayó 22% frente al dólar; el rand sudafricano, que se debilitó 12% y el ringgit de Malasia, que se deslizó 14%.
Estos países están entre los mayores proveedores de materias primas a China y acusan un golpe por partida doble: un debilitamiento de la demanda y menores precios de los commodities. El índice S&P GSCI, que sigue una canasta de 24 bienes básicos, tocó a finales de agosto su nivel más bajo en más de seis años y se mantiene cerca de ese nivel.
Una de las mayores víctimas de los bajos precios de las materias primas es Glencore, cuya acción se derrumbó el lunes, antes de repuntar el martes y el miércoles, en medio de preocupaciones sobre la calificación crediticia de la empresa y su masiva deuda.
Los problemas de Glencore volcaron la atención de los inversionistas hacia los riesgos que el derrumbe en los mercados emergentes y de los commodities representa para el sistema financiero mundial. Glencore dice que mantiene el acceso a sus líneas de crédito gracias a su fuerte relación con sus bancos.
En un informe de septiembre, el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) advirtió de una crisis bancaria se avecina como consecuencia del rápido aumento del crédito en algunas economías emergentes. China tiene la mayor proporción entre crédito al sector privado y Producto Interno Bruto, situándose en 25%, seguido de 17% en Turquía y 16% en Brasil. La desaceleración del crecimiento podría afectar la capacidad de estas empresas de servir sus deudas, lo que elevaría la proporción de carteras incobrables en los sectores bancarios de estos países.
Históricamente, un país con una relación superior a 10% tiene 66% de probabilidades de enfrentar serias dificultades bancarias dentro de un período de tres años, advirtió el BIS, diciendo que “indicadores de alerta temprana de estrés bancario apuntan a riesgos que surgen de la fuerte expansión del crédito”.
El tamaño del mercado de bonos corporativos no financieros de los mercados emergentes se ha duplicado desde 2009 a un nivel récord de más de US$2,4 billones en 2014, según el IIF.
En Brasil, 10 empresas han incumplido su deuda este año, en comparación con seis en 2014, según Moody’s Investors Service. Brasil enfrenta una profunda recesión, alta inflación y un creciente escándalo en su compañía petrolera estatal. En América Latina, la tasa de default empresarial alcanzó 4,2% en los 12 meses terminados en junio, frente a 3,1% de hace un año, de acuerdo con Moody’s.
Si la Reserva Federal aumenta la tasa de corto plazo en EE.UU. en el cuarto trimestre, como prevén muchos inversionistas, la medida podría presionar al alza los costos de endeudamiento en los mercados emergentes, lo cual probablemente impulsará un incremento de las cesaciones de pagos.
El alto endeudamiento de las empresas es sólo una de las razones por las que los economistas y las autoridades están cada vez más preocupadas por China.
Shuang Ding, director de investigaciones económicas de Standard Chartered Bank para la Gran China, es optimista sobre la capacidad del gobierno para impulsar el crecimiento en el corto plazo debido a sus recursos y márgenes de maniobra política, pero tiene dudas sobre las perspectivas a largo plazo. Si el gobierno sigue utilizando crédito y el estímulo para fomentar el crecimiento, “eso pospondrá los ajustes fiscales que se necesitan en la economía” y causará más problemas en el futuro, alerta.
“El mundo está mirando a China más y más cada día”, dice Jordi Visser, director de inversión de Weiss Multi-Strategy Advisers LLC, un fondo de cobertura con US$7.200 millones en activos.
Visser estableció paralelismos entre las devaluaciones chinas de agosto y la decisión del gobierno de EE.UU. de permitir la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, que causó conmoción en todo el mundo.
“Todos subestimamos la globalización que se ha producido y cuánto más dependientes somos el uno del otro que en el pasado”, asevera Visser.
—Ian Talley contribuyó a este artículo.
Autor: CAROLIN CUI
Webgrafia: THE WALLSTREET JOURNAL
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