sábado, 11 de febrero de 2012

Visión Semanal


Otra semana que pasa, y que se va sin soluciones a la vista en Europa.
El Primer Ministro de Grecia, Papademos, instó al Congreso local a aprobar el nuevo ajuste que le permita a su país acceder a los ansiados 130 mil millones de euros, que necesita para no caer en bancarrota.
No necesita tanto en un primer momento, “solo” 14400 millones, para el mes próximo.  Claro, esto para el pago de un compromiso externo, sin contar que los salarios del estado, pensiones y demás obligaciones locales son en euros.
En realidad, queda la impresión de que suceda lo que suceda, todos pierden en esta crisis de Grecia.  Si entra el default, la situación será insoportable en el ámbito interno, con una salida apresurada del euro, con el regreso a su moneda anterior –el dracma- u otra nueva, y con un aislamiento global que asfixiará más aún la débil economía.
Si aprueba el plan de ajuste, el mismo sumará desocupación, miseria y pesimismo a la población local, acostumbrada, hasta hace 2 años, a vivir con subsidios en prácticamente todas las áreas.
En cuanto a los acreedores, si llega la quiebra, demás está decir que no cobrarán más, salvo algunos fondos que tienen reaseguradas sus acreencias.  Si no llega, deberán resignar gran parte del capital adeudado,  y cobrar lo que les queda en tantísimos años.
Para el ámbito político europeo, salvar a Grecia implica entrar en nuevas complicaciones, en asistir a nuevos incumplimientos por parte del país heleno, un poco por negligencia y otro poco por incapacidad de ponerse a la altura de las economías más desarrolladas.
Y si dejan caer a Grecia, como muchos piden en Europa, el impacto negativo al proyecto político que significa poner en marcha una moneda única, y que solo lleva 10 años de vida, será inmenso.
Todo está dado para que, a pesar de todo, el plan de ajuste sea aprobado finalmente, durante la semana próxima.  Pero todo ello no indica que el préstamos que Grecia necesita le sea extendido fácilmente.
Los políticos europeos encontraron en Grecia la excusa perfecta para culpar todos los males posibles.  Grecia, por su parte, parece empeñada en darles la razón.  Pero se sabe que nada es lo que parece, en esta crisis sin final.
El euro osciló de un lado a otro ante las mínimas señales de solución o de desacuerdo total, tocando máximos y mínimos importantes dentro de la misma jornada.  Y hasta que no se llegue a una salida definitiva en Grecia, la situación de la moneda única no cambiará.
Sí cambió el yen.  Desde el Banco de Japón fueron claros, y atribuyeron al tipo de cambio tan bajo la baja en la actividad económica nipona.  Las exportaciones van mal, y es lógico, con el yen cerca de sus máximos históricos ante el dólar, y tocando máximos del mismo tenor varias veces ante el euro en poco tiempo.  La caída del yen de los últimos días fue la reacción del mercado a dichas apreciaciones, y un alivio para el BoJ.
El dólar canadiense y el dólar australiano también exhibieron su fuerza en los últimos días, aunque el viernes no tuvieron su mejor jornada.  Todo indica que pueden retroceder en buena forma en los primeros días de la semana que se inicia el lunes 13.
Por último, la balanza comercial de Estados Unidos volvió a mostrar que, a mejor performance de la primera economía mundial, el déficit crece.  Si bien el problema el grave, no lo es tanto en Estados Unidos, que a través de la colocación de deuda a niveles bajos puede solucionar el problema, siendo además el que emite la propia moneda que debe.
Comienza una semana de definiciones en el mercado de divisas.  Duro con ella.

ADRIAN AQUARO
DIRECTOR-TRADER COLLEGE

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