El informe de empleo de enero en Estados Unidos mostró un impecable resultado, con la creación de 243 mil puestos de trabajo, la revisión al alza de la marca de diciembre, que había sido muy elevada y, sobre todo, la baja de la tasa de desempleo al 8,3%, la menor de los últimos 3 años.
De esta forma se acelera la recuperación de la primera economía del mundo, lo que a su vez le da esperanzas al resto de los grandes bloques económicos.
Por caso, China es el principal proveedor de bienes con alto valor agregado de Estados Unidos, y la mejora de este último, hará que el gigante asiático genere a su vez nuevas fuentes de trabajo. Ello acelera la inclusión de una porción mayor de población en la clase media china, la cual ha crecido enormemente en los últimos años. Y todo ello genera una mayor demanda de materias primas, provistas por los países emergentes de América principalmente.
Europa aparece algo más aislada, caída en un cono de dudas producto de la falta de liderazgo político y de una larga crisis desatada en 2008, y cuyo efecto más grave se está viendo en estos tiempos.
El gran beneficiado del dato conocido el viernes es el Gobierno del Presidente Obama, que ve allanado el camino a su relección. Sin ingresar en cuestiones políticas, la previsión de que el gobierno actual se va a mantener por un período más le da cierta estabilidad y confianza a los mercados, a los cuales, de todos modos, Obama ha maltratado en sus primeros tiempos de gobierno, con medidas que fueron tomadas de mala forma por los inversores de Wall Street.
El gran cuestionamiento que sufrió Obama durante todo su gobierno fue precisamente lo poco que pudo hacer para generar nuevas fuentes de trabajo. Por ello, esta recuperación que ya lleva varios meses consecutivos le hace un gran favor.
Justo es reconocer que la Fed tiene una gran parte de mérito en esta recuperación del trabajo. Luego de varios planes de estímulo a la economía, que debilitaron al dólar en forma decisiva ante gran parte de las monedas líderes, y de tomar medidas de todo tipo, parece haber encontrado el camino correcto ante la llamada Operación Twist, el año pasado.
La compra de bonos de corto plazo y la colocación de bonos de largo plazo, que a grandes rasgos fue la característica de dicha operación, dio lugar a una mayor liquidez en los mercados. A su vez, y tal vez aquí está la verdadera clave del éxito actual, el recorte de tasa de interés a nivel cercano a cero, y el anuncio de dejar la misma en ese lugar por casi 3 años más, dio un gran margen de confiabilidad al organismo dirigido por Ben Bernanke.
El funcionario aparece cada vez menos en los sitios dedicados a las finanzas, y eso habla muy bien de su gestión, sin dudas.
El informe de empleos, conocido antes de la apertura de Wall Street, le dio al dólar una fuerza que no exhibía en los últimos días ante el euro, que aparece muy fluctuante ante los avatares de la moneda dominante, pese a su alto tipo de cambio, por encima de 1,30, que no responde a los fundamentales europeos.
También el yen, buscado en los últimos tiempos como moneda de refugio, cayó ante el dólar, en forma moderada. De esta forma, el Banco de Japón se evitó la antipática y tercermundista medida de intervenir el tipo de cambio, sobre lo cual había advertido, si el cruce USD/JPY llegaba a su mínimo histórico de 95,55.
La libra Esterlina, extrañamente estable en los últimos tiempos, cayó en un primer momento ante el dólar, pero se mantuvo no tan lejos de sus máximos del año. Como suele suceder, tanto el euro como la libra finalizaron el viernes en los mismos niveles anteriores al informe de empleo, sobre lo cual hablamos en nuestro reporte de ese día.
A otras monedas les fue realmente bien el viernes. El reporte de empleo disparó al petróleo, que había caído durante la semana, y de su mano crecieron el loonie canadiense, a un máximo de 3 meses, y el peso mexicano, a su valor más alto desde el 12 de septiembre pasado.
La moneda mexicana había crecido a su máximo de varios años a mediados de 2011, para perder fuerza y superar la marca de 14 pesos por dólar a fin de año, y tomar nuevas posiciones alcistas en estas últimas semanas, en función de buenos datos de la economía local.
El franco suizo, por su parte, se “salvó” de una intervención por parte del Banco Nacional de Suiza, al mantener el techo de 1,20 ante el euro, cerrando el viernes a 1,2075.
El oro, también visto como un refugio de los inversores, cedió en buena forma ante los fundamentales norteamericanos, cerrando a 1725 dólares por onza. Esta vez el dólar australiano no se vio afectado por la baja del oro, y cerró en su máximo del 3 de agosto pasado.
Y por si alguna duda quedó, el buen clima de los mercados quedó reflejado en el índice Dow Jones, que reúne a las 30 principales firmas industriales de Estados Unidos: cerró el viernes en su valor más alto desde mayo de 2008, cuando la crisis que terminó por estallar en septiembre de ese año aún se estaba incubando, y la bolsa de Nueva York era una fiesta. Hoy, el clima no es el mismo, pero las acciones están a ese nivel. Y se sabe, los números manejan al mundo.
ADRIAN AQUARO
DIRECTOR-TRADER COLLEGE