El anuncio de que S&P podría cambiar la perspectiva de largo plazo de la deuda de todos los países de la eurozona a “negativa” ha vuelto a convulsionar a todos los mercados, comenzando, naturalmente, por el de divisas.
En medio de arduas negociaciones, que en los últimos tiempos han quedado en la nada, con reuniones maratónicas, y cumbres sin mucho sentido, este anuncio cae como un balde de agua fría, y probablemente hará replantear a Alemania varios de sus criterios sobre las acciones a seguir.
Hasta el momento, Alemania se ha mostrado como el país que en mayor medida defiende la supervivencia del euro, y busca consensuar con el resto de sus socios una forma elegante de salir de la actual crisis.
Pero su propia deuda, referente a la hora de pautar el riesgo de las demás naciones europeas, y fijar de este modo el llamado “riesgo país”, comienza a estar bajo la lupa de las agencias calificadoras.
Una rebaja de la nota de la deuda alemana tendría efectos devastadores para el resto de los países. El propio riesgo de estos se vería incrementado en forma automática, al no tener siquiera la esperanza de salir adelante por si mismos, sin la ayuda del socio mayor.
Asimismo, generaría una crisis similar a la vivida en agosto último, cuando la deuda de Estados Unidos tuvo su propio traspié, aquella vez causado por problemas políticos internos más que por motivos económicos.
Y en un mundo totalmente globalizado, la mecha que podría encender una medida de este tipo se extendería al resto de los mercados en minutos.
No parece haber un remedio de emergencia para evitar el anuncio oficial de S&P. Aunque sí existen formas de subsanarlo en el futuro. De los líderes europeos dependerá, en la cumbre del próximo viernes 9 de diciembre.
ADRIAN AQUARO
DIRECTOR-TRADER COLLEGE
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