Si el ganador de la elección presidencial quisiera abordar el preocupante nivel de deuda de Estados Unidos, probablemente tendrá que romper una o dos promesas de campaña.
El presidente Barack Obama y su oponente, el republicano Mitt Romney, han criticado mutuamente sus planes para hacer frente a la creciente deuda de la nación. Sin embargo, son similares en un aspecto fundamental: ambos ofrecen recetas que en gran medida eximen a la clase media de la amarga medicina.
La propuesta de Obama hace principalmente pequeños cambios al programa gubernamental de atención médica para la tercera edad Medicare y no incluye mayores reducciones a los beneficios, a pesar de que el programa es el mayor impulsor de la deuda estadounidense a futuro.
Romney dice por su parte que no subirá los impuestos como parte de su estrategia para reducir el déficit. En lugar de ello, propone reducir drásticamente los impuestos sobre el supuesto de que menores tasas impositivas impulsarán el crecimiento económico y a los ingresos del gobierno, una idea que divide a los economistas, quienes no están seguros del tamaño de tal efecto.
Ambas propuestas presupuestarias apuntan a los sectores más extremos de cada partido y carecen de detalles clave. Ambos candidatos dicen que se comprometerían a llegar a un acuerdo, pero han ofrecido pocas pistas sobre cómo hacerlo.
"Es una situación extremadamente peligrosa", dijo el expresidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, mencionando el crecimiento de la deuda del país y la falta de consenso sobre cómo resolver el problema. "Creo que subestimamos la magnitud de los actuales desequilibrios financieros y lo difícil que será resolverlos. Estamos tratando de hacer esto sin dolor. Pero no hay un escenario creíble en el que eso ocurra", indicó.
El vencedor del martes se enfrenta a una prueba inmediata de su voluntad de compromiso, ya que después del 31 de diciembre, si el Congreso no actúa, los impuestos subirán significativamente en todos los ámbitos y entrarán en vigor los recortes de gastos obligatorios.
Si Romney es elegido presidente, se espera que los legisladores creen una solución temporal para aplazar el asunto hasta 2013, mientras se posesiona como el nuevo mandatario. Si Obama es reelegido, es probable que tenga que hacer frente de inmediato al problema.
Legisladores nerviosos en ambos partidos se quejan de que ninguno de los dos candidatos está siendo lo suficientemente honesto con los votantes.
La deuda estadounidense ha crecido rápidamente en los últimos años a raíz de una combinación de crisis económicas, recortes de impuestos, que le han restado ingresos al gobierno, y decisiones de gastos realizadas por legisladores y presidentes de ambos partidos.
El déficit del gobierno de EE.UU. ha superado el US$1 billón (millón de millones) por cuarto año consecutivo, y la deuda supera ahora los US$16,1 billones. Moody's Investors Service Inc. ha amenazado con unirse a Standard & Poor's Ratings Services y rebajar la calificación de la deuda estadounidense si no se resuelve el problema.
Para los demócratas y la Casa Blanca, el mayor interrogante es el Medicare, el seguro médico para personas mayores que tiene unos 50 millones de beneficiarios. Se prevé que el programa sea incapaz de pagar todos los beneficios en 2024, según sus administradores. En las décadas siguientes, se prevé que crezca más rápido que cualquier otra parte del presupuesto.
Los cambios propuestos al programa por la Casa Blanca encontrarían en gran medida ahorros mediante la reducción de los pagos efectuados directamente a los médicos y hospitales. De esa manera, argumentan los demócratas, no se hacen grandes recortes a los beneficiarios, sino a los proveedores.
Romney, a su vez, ha propuesto elevar gradualmente la edad a la que alguien puede empezar a recibir beneficios de Medicare. Su propuesta también transferiría a los estadounidenses a un programa en el que el gobierno ayudaría a pagar las primas para planes de seguros privados, y de esa forma limitar la dependencia en Medicare.
Por DAMIAN PALETTA W.S.J.
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