El mercado de divisas asiste, a su manera, a una actualidad distinta, extraña, de los mercados financieros.
En un marco inédito, le toca a Europa pasar procesos de transición con gobiernos elegidos por pocos, encabezados por tecnócratas poco interesados (o no, habrá que verlo en el futuro) por su porvenir político, y con una misión fundamental: sacar del lodazal a las economías de potencias desarrolladas que alegremente han gastado el dinero que no tenían ni siquiera en mente recaudar en impuestos.
Hasta hace pocos años, este mecanismo de tener gobiernos elegidos por una minúscula minoría, con nulo sentido social, y que además culpe a los bancos por prestar dinero a altas tasas, era patrimonio de otras latitudes.
Este camino que transita Europa se denomina elegantemente “democracia tutelada”. Los ex ejecutivos de Goldman Sachs que ahora encabezan a Italia, Grecia y el Banco Central Europeo buscan, en este contexto, una salida igual de elegante a las deudas, pagando ahora sí tasas inadmisibles. Lo mismo sucede en España, donde los mercados se ensañan en castigar una política de subsidios inaplicable en un estado serio.
Se anuncian planes de rescate, cuotas extraordinarias, fondos trillonarios, ayudas excepcionales. Se organizan cumbres interminables, con gestos graves y adustos, se pronuncian muchos sustantivos abstractos y muy pocos concretos. Se realiza absolutamente nada de lo prometido.
El llamado Estado de Bienestar europeo está cayendo, a manos de personas que aún no se resignan a sincerar las cuentas de sus países, y pugnan por un lado por conseguir más dinero para sostener lo insostenible, y por otro repudian a quienes les prestan el dinero. Casi de adolescentes.
En Estados Unidos, los conflictos políticos también han contagiado a la economía, poniendo el alerta a las calificadoras de riesgo. El llamado “super comité” del Congreso anunció, con cierto orgullo partidario, que luego de varios meses de negociación y trabajo conjunto, el acuerdo para reducir el déficit de Estados Unidos para 2012… ha fracasado.
Los bonos del Tesoro, ante un recorte de la nota de deuda americana, en lugar de caer, se aprecian.
El Banco Central Europeo, ante una recesión feroz en medio continente, habló hasta hace poco de inflación, y aumentó su tasa de interés en forma insólita.
El dólar, despojado de liderazgo político, vuela de una punta a otra, oscilando ante el resto de las monedas sin solución de continuidad, y prácticamente sin responder más a los informes macro.
El euro, que en teoría debería sufrir la torpeza de los líderes que lo guían y lo mantienen como moneda nacional de 17 países, no está lejos de sus mejores momentos, aunque su futuro cercano es incierto.
Por caso, la libra Esterlina parece estar más frágil que la moneda única. Y las otras dos monedas altamente confiables, el franco suizo y el yen, han perdido interés por parte de los inversores en los últimos tiempos, por sus continuas intervenciones, y sus movimientos erráticos.
Son motivos suficientes para pensar que, finalmente, ha llegado el reino del revés.
ADRIAN AQUARO
DIRECTOR-TRADER COLLEGE
ADRIAN AQUARO
DIRECTOR-TRADER COLLEGE
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