El Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos monopolizan la atención en momentos en que sus economías se deterioran y los mercados esperan que entren en acción ante las dudas sobre la efectividad de los políticos.
Los dos bancos centrales, no obstante, enfrentan desafíos bastante diferentes.
El presidente de la Fed, Ben Bernanke, trata de darle un empujón a una economía que no crece lo suficientemente rápido para reducir el desempleo, pero tiene un sistema financiero que ha mejorado mucho desde la crisis de 2008.
Por su parte, el presidente del BCE, Mario Draghi, confronta una recesión regional, bancos infracapitalizados y un aire de crisis que evoca la situación que Bernanke encaró en 2008 y 2009.
Ambos han advertido que la política monetaria tiene sus límites y han presionado a las autoridades políticas para que hagan más para reducir la incertidumbre e impulsar el crecimiento. Sin embargo, mientras la supervivencia del dólar no está en duda, Draghi debe lidiar todos los días con las especulaciones del mercado de que uno o más de los 17 países que comparten el euro abandonarán la unión monetaria.
Tanto Bernanke como Draghi, que tienen doctorados en economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y conversan con regularidad, parecen renuentes a actuar con firmeza. Y en momentos en que los mercados esperan con ansias medidas rápidas y enérgicas, cualquiera de los dos podría decepcionar a los inversionistas esta semana. "Es más urgente en el caso del BCE que, junto con otras instituciones europeas, encuentre una formulación que refuerce la confianza tanto del público… como de los mercados", afirma Michael Prell, ex director de investigación en la Fed y actualmente consultor independiente. "En el caso de EE.UU., creo que hay poco que la Fed puede hacer que realmente altere de forma radical las percepciones sobre los problemas económicos del país".
Bernanke y Draghi enfrentan restricciones políticas y operacionales que dificultan su accionar. "Los banqueros centrales están muy condicionados para mostrar confianza en el poder de la política monetaria… pero los mercados se preguntan cuántas flechas les quedan", dice Benjamin Pace, director de inversión en EE.UU. de Deutsche Bank Private Wealth Management, que gestiona US$350.000 millones.
La Fed finaliza el miércoles la reunión de dos días del Comité de Mercado Abierto con una declaración, pero no una conferencia de prensa. El BCE se reunirá el jueves y posteriormente Draghi convocará a los medios de comunicación.
La Fed podría lanzar un nuevo programa de compra de valores hipotecarios o bonos soberanos para reducir las tasas de interés de largo plazo, tomar otras medidas de estímulo o simplemente prometer hacer más en el futuro. La entidad podría esperar hasta septiembre, cuando actualice sus previsiones económicas, antes de dar los próximos pasos.
Por su parte, Draghi generó grandes expectativas sobre una medida del BCE la semana pasada al decir que el banco central haría "lo que sea necesario" para preservar el euro, dentro de su mandato de velar por una inflación baja. Algunos inversionistas interpretaron sus declaraciones como una señal de que la entidad se prepara para comprar más bonos soberanos de España e Italia, una medida que satisfaría a los inversionistas que han dicho que el BCE tiene las municiones suficientes para mantener las tasas de interés a raya.
Sin embargo, tal decisión podría verse socavada si los inversionistas y el público consideran que el banco central está simplemente poniendo parches sobre los problemas fiscales de la región. Las autoridades europeas aún tratan de definir cómo usar los dos nuevos fondos de rescate, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Este último aún no está en funcionamiento.
Otra limitación para Draghi es la oposición del banco central alemán. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, se ha opuesto férreamente a las compras de bonos soberanos por parte del BCE, bajo el argumento de que borra la línea entre la política fiscal y la monetaria. El reto de Draghi esta semana es mantener la presión sobre los gobiernos para que tomen la iniciativa en la resolución de la crisis, pero sin decepcionar a los mercados.
Por JON HILSENRATH y BRIAN BLACKSTONE
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