lunes, 14 de octubre de 2013

EEUU, en el punto de mira ecónomico


El gobierno estadounidense ha cerrado. El techo de deuda no puede subirse. El crecimiento saldrá mal parado, y existe la posibilidad de que EEUU declare un impago (default) de sus deudas. Como cabía esperar, los mercados han empezado a sentir pánico, y a huir del dólar hacia otros activos. Pero de hecho, esa es la reacción completamente equivocada. Cuanto más dure el cierre, más activos en dólares deberían comprar los inversores del resto del mundo. ¿Por qué? Hay dos razones muy simples.
 
Porque las probabilidades de que EEUU termine declarando un impago de sus deudas son muy pequeñas, y EEUU sigue siendo una economía más fuerte que la mayoría de sus rivales. Y porque EEUU está de hecho abordando el tema del tamaño del estado, y sus obligaciones futuras, cuando la mayoría de las otras grandes economías están, lisa y llanamente, escondiendo sus cabezas en la arena. Desde que el Congreso y Obama fracasaron en acordar un nuevo pacto de presupuestos, provocando un cierre parcial del gobierno federal. Como es natural, ha habido un montón de dedos amenazadores.
 
El FMI ya ha advertido de un derrumbe similar al de 2008 si no se alcanza un acuerdo sobre el techo de deuda. "El cierre del gobierno ya es bastante malo, pero que no se lograra subir el techo de deuda sería mucho peor, y podría dañar muy gravemente no solo a la economía estadounidense, sino a la economía global entera", advierte su presidenta, Christine Lagarde. "El shutdown de los presupuestos de EEUU es un riesgo si se prolonga", según el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. Incluso los chinos, que están preparados para llevarse la peor parte si EEUU acaba declarando un default, han tomado partido, con su viceministro de finanzas, Zhu Guangyao, advirtiendo de que el "reloj está haciendo tictac" para evitar un impago de EEUU.

El daño del shutdown

Prácticamente todos los bancos y agentes del mercado han publicado una nota sobre el daño que hará el shutdown entre el presidente y el Congreso. El cierre fortalece la argumentación de tener dólares, al menos para los inversores de fuera de EEUU. He aquí por qué.
 

En primer lugar, las opciones de un impago son muy remotas. Los puntos muertos entre el presidente y el Congreso son parte del sistema político estadounidense; rara vez significan que se esté derrumbando. La realidad es que EEUU tiene un crecimiento más fuerte y una mejor posición de deuda que cualquier otra gran economía desarrollada. Está en mucha mejor forma que Japón, el Reino Unido, o la Eurozona. La economía estadounidense está creciendo a un ritmo decente.
 
De hecho, puede que la Fed posponga el final de la flexibilización cuantitativa, pero el mero hecho de que pueda contemplar el final de la FC ya nos dice algo: ningún otro gran banco central está cerca de retirar las medidas de estímulo porque las economías, lisa y llanamente, no son suficientemente fuertes. EEUU está recogiendo los beneficios de la revolución del shale gas (gas no convencional), mientras que naciones como Francia han prohibido su explotación, Alemania no muestra ningún interés en sus reservas, y los promotores británicos tienen que combatir con los manifestantes con poco apoyo de la policía.
 
Durante la próxima década, EEUU probablemente dejará atrás a sus principales competidores, no porque lo esté haciendo espectacularmente bien, sino porque ellos lo están haciendo todos muy mal. Como resultado de eso, el dólar se ha ido fortaleciendo de manera continuada frente a otras monedas. El euro estaba negociándose a 1,50 dólares antes de que empezara la crisis griega. Ahora está en 1,36 dólares. Habrá baches en el camino, pero es probable que el dólar siga apreciándose a medida que la economía estadounidense deja atrás a sus principales rivales. El cierre del gobierno es una oportunidad para comprar: una vez que la crisis se resuelva empezará a fortalecerse de nuevo.
 
En segundo lugar, el cierre nos muestra que EEUU está sosteniendo un serio debate sobre el tamaño del estado y la sostenibilidad a largo plazo de sus deudas. Eso, lisa y llanamente, no ocurre en ninguna otra gran economía. Veamos el Reino Unido por ejemplo. Tiene el quinto mayor déficit presupuestario del mundo (Egipto, Pakistán, Venezuela y Japón son los países por encima en esa tabla liguera, una compañía no demasiado buena como para mantenerla).
 
La coalición de gobierno del primer ministro, David Cameron, ha ralentizado el ritmo de crecimiento del gasto gubernamental, pero aún no ha impuesto recortes serios. El gobierno ha prometido sanidad gratuita ilimitada para todos y generosas pensiones a los funcionarios que costarán a los futuros gobiernos 1.200 billones de libras, según un reciente informe de la Inter-Generational Foundation (Fundación Inter-Generacional). Y aun así no hay un verdadero debate sobre si el Reino Unido puede permitirse eso.

Ocurre igual en los demás sitios. Francia no ha cuadrado sus cuentas desde 1974, y acaba de rebajar su edad de jubilación. ¿De dónde sale el dinero? Nadie tiene ni idea. Alemania, según un informe de la Universidad de Friburgo, tiene compromisos en pensiones por un total del 300 por ciento del PIB. Es difícil pagar pensiones generosas cuando tu población está a punto de caer en picado: nadie ha dicho cómo planean los alemanes pagar a toda esa gente jubilada cuando haya poca gente joven trabajando.
 
Y en cuanto a Japón, su deuda nacional ya es más del 200% del PIB, y nadie debate cómo bajarla. En cuanto al gasto en pensiones, mejor no preguntar. En cualquier otra gran economía la cuestión sobre si los compromisos a largo plazo del gobierno son razonables está, lisa y llanamente, ocultándose bajo la alfombra. Los políticos no quieren abordar el tema. EEUU al menos está hablando de ello. Por supuesto que es conflictivo: las decisiones difíciles siempre lo son. Pero es mejor tener el debate que no tenerlo.
 
Habrá más tormentas mientras el shutdown siga alargándose y algunos mercados entrarán en pánico. Oiremos advertencias de que los EEUU cada vez son más disfuncionales. Pero no es eso lo que parece desde Europa: parece un debate adulto sobre lo que el estado puede permitirse. No hay razón para que los inversores europeos o asiáticos salgan de la trampa (de la cárcel) del dólar: de hecho, el cierre es una oportunidad para quedarse dentro.

Matthew Lynn, Director ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.
elEconomista.es Lunes, 14 de Octubre de 2013



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