Thomas Piketty, con su libro ‘El Capital en el Siglo 21’ se ha convertido en un “household name”, como dicen los norteamericanos, en las conversaciones de cóctel del mundo entero. Piketty, economista muy renombrado del Paris School of Economics, argumenta que la inequidad es un mal económico mayor, y que es menester de las autoridades mundiales actuar en su contra antes de que se siga expandiendo este fenómeno tan lesivo (según él). Por lo tanto, se recomienda implantar un impuesto mundial a la riqueza. Solo un punto antes de presentar el texto que refuta todo lo que representa Piketty: que quede claro que la inequidad y la pobreza no son sinónimos. Pero no tengo espacio para argumentar mucho más sobre el fenómeno Piketty (en otra columna lo haré). Lo importante acá es demostrar cómo se refuta a Piketty, en, literalmente, tres minutos, vía la utilización de un e-mail que lleva rotando muchos años en buzones electrónicos, y el cual, paradójicamente, muchos ignoran. Digo paradójicamente por- que estos parrafitos pueden llegar a ser el documento económico más certero de la historia.
Economía de bar: supongamos que todos los días 10 hombres se van a tomar cerveza, y que la cuenta del consumo llega a US$100. Si estos individuos decidieran pagar la cuenta de la misma forma como la gente paga los impuestos en el hemisferio occidental, entonces el pago sería consistente con esto: los primero cuatro individuos no pagarían nada. El quinto hombre pagaría US$1. El sexto pagaría US$3. El séptimo pagaría US$7. El octavo pagaría US$12. El noveno pagaría US$18, y el décimo, el más rico, pagaría US$59.
Un día, el dueño del bar le dice a sus comensales: “como ustedes son tan buenos clientes, les voy a reducir la cuenta diaria de US$100 a US$80”. El grupo agradece el gesto, y decide que el ahorro se debe distribuir en forma equitativa entre los que pagan la cuenta. Sin embargo, el grupo se da cuenta de que si se dividen los US$20 entre 6, se le estaría pagando por tomar cerveza al quinto y al sexto individuo del grupo (US$20 entre 6 da US$3,33). El dueño del bar, viendo la inconsistencia aritmética, aconseja lo siguiente: “¿por qué no dividen los ahorros en la misma proporción del pago?El pago queda de la siguiente forma: ahora los primeros 5 miembros del grupo no pagan nada. El sexto individuo ahora paga US$2 en vez de US$3 (implica un 33% de ahorro), el séptimo individuo paga US$5 en vez de US$7 (28% de ahorro), el octavo paga US$9 en vez de US$12 (25% de ahorro), el noveno paga US$14 en vez de US$18 (22% de ahorro), y el décimo, el más rico, paga US$49 en vez de pagar US$59 (16% de ahorro). El arreglo parece justo, pues todos los miembros del grupo ahorraron dinero.
Sin embargo, al final de la noche, y ya con los tragos encima, el sexto miembro del grupo dice: ¡un momentico, yo solo me ahorré US$1 en el pago, mientras que este capitalista se ahorró US $10! Punto seguido el octavo individuo dice, “¡es cierto! Yo me ahorré solo US$3, mientras que este ricachón se ahorró US$10! Los ricos siempre se salen con la suya!” Punto seguido, los nueve individuos rodean al décimo individuo, el rico, y lo agarran a golpes. Al día siguiente solo llegaron nueve individuos a tomar cerveza, pues el decimo había quedado mal herido después de la golpiza. Cuando el dueño del bar se apareció con la cuenta de US$80, los nueve individuos se dieron cuenta de que no tenían como pagar la cerveza.
Así de fácil se refuta todo lo que representa Piketty. Entendámoslo de una vez por todas. A las sociedades las sostiene el emprendimiento, y el emprendedor merece ganar más que el no emprendedor. La igualdad es una utopía, y luchar por una utopía es un exabrupto. Y una vez más para que no me malentiendan: la pobreza y la inequidad NO son lo mismo. ¡Cero pobreza, obvio! Igualdad, utopía.
Alberto J. Bernal-León
La Republica. Lun, 07/28/2014